Le gustaban el póker y las armas. No tenía antecedentes. Estados Unidos trata de entender por qué un jubilado de 64 años llamado Stephen Paddock decidió acumular armas en una habitación de hotel de Las Vegas y descargarlas sobre 22.000 personas que disfrutaban de un concierto al otro lado de la calle. El último balance de víctimas se mantiene en 59 muertos y más de 500 heridos. La ciudad del lujo efímero y la diversión para adultos lleva dos días con una herida en medio de su calle principal. El sur de Las Vegas Bulevar es una gigantesca escena de un crimen, aún cortado al tráfico y vigilado por la policía. Pero aún no hay respuestas.
En una suite del piso 32 del hotel Mandalay Bay, junto al cuerpo de Paddock, la policía encontró 23 armas de fuego de diversos calibres. Los investigadores no han detallado qué tipo de armas son. El sonido de los disparos, captado en decenas de vídeos estremecedores, indica que Paddock disparó con algún tipo de rifle automático. Los rifles de asalto son legales en Estados Unidos, pero no el disparo automático. Es decir, se puede disparar tan deprisa como se pueda apretar el gatillo, pero no disparar ráfagas. Sin embargo, existen formas de trucarlos para que ofrezcan al usuario privado el mismo rendimiento que al Ejército. Las autoridades no habían confirmado el martes por la mañana si el inconfundible ra-ta-ta-ta-ta de Las Vegas es de un rifle trucado, aunque en una rueda de prensa este martes el sheriff, Joe Lombardo, confirmó que están investigando uno de estos mecanismos.
Paddock estaba en esa habitación desde el pasado 28 de septiembre, un día antes de que comenzara el festival de country Route 91, contra el que disparó el domingo al empezar la última actuación. Su casa está en Mesquite, un pequeño pueblo a 130 kilómetros al noreste de Las Vegas. Allí se mudó en junio del año pasado. Tenía al menos otra casa en Reno, en la que los investigadores han encontrado siete armas más, cinco pistolas y dos escopetas. En su residencia de Mesquite los investigadores encontraron otro arsenal de 19 armas. En su coche se encontró nitrato de amonio, un componente que se puede utilizar para hacer explosivos caseros.
El martes, dentro de la extrema prudencia con la que está manejando la información la policía, el sheriff afirmó que en la habitación de hotel se encontraron cámaras, dentro y fuera. Parecían estar puestas allí "por si alguien iba a por él", dijo Lombrado. El detalle de las cámaras revela, según los investigadores, un especial grado de premeditación.
Las armas de Paddock están compradas todas legalmente en distintos puntos del país. Paddock vivió en California, en Texas y en Nevada. Tenía una relación sentimental con una mujer llamada Marilou Danley, con la que la policía ha hablado tras considerarla persona de interés en la investigación. No se ha encontrado ninguna vinculación con grupos terroristas. No tiene antecedentes penales. No había servido en el Ejército.
Las armas de Paddock están compradas todas legalmente en distintos puntos del país. Paddock vivió en California, en Texas y en Nevada. Tenía una relación sentimental con una mujer llamada Marilou Danley, con la que la policía ha hablado tras considerarla persona de interés en la investigación. No se ha encontrado ninguna vinculación con grupos terroristas. No tiene antecedentes penales. No había servido en el Ejército.
Los medios locales de Las Vegas aseguraban el martes que Paddock era un jugador habitual de tantos que hay en la ciudad. Su madre y su hermano viven en Orlando, Florida. Su hermano Eric, atendió a los medios el lunes en la casa y se mostró desolado por lo sucedido y dijo que su hermano no llevaba una vida “normal”. Jugaba fuerte al póker, explicó. Según su hermano, Paddock era millonario tenía dinero suficiente para vivir bien el resto de su vida.
El padre de Paddock fue Benjamin Hoskins Paddock, un ladrón de bancos que también actuó en el Suroeste de EE UU y que estuvo en la lista de los más buscados del FBI en 1969, tras fugarse de una prisión de Texas. Según la ficha, estaba “diagnosticado como psicópata” y tenía “tendencias suicidas”. Se le consideraba armado y peligroso y un “ávido jugador de bridge”.
Cuando una persona decide atacar a tiros una clínica abortista, el país tiene al menos la sensación de que puede intuir los motivos, y la policía tiene de dónde empezar a tirar del hilo. Lo mismo si alguien dispara a los clientes de un club gay o, desgraciadamente, si tiene vínculos con Oriente Medio. Después, las razones profundas siempre son más complicadas que el estereotipo, pero al menos el país tiene un primer relato al que agarrarse para explicar lo inexplicable.
El caso de Las Vegas es, a la espera de algún detalle revelador sobre el asesino, desconcertante. No hay móvil aparente. Si ya es difícil explicar la sinrazón de los tiroteos múltiples en Estados Unidos, la ausencia de móvil durante tantas horas multiplica la angustia. Todos los elementos de la matanza que se conocían hasta el martes a mediodía son inherentes a Las Vegas: jubilados, habitaciones de hotel, espectáculos masivos, armas y póker.
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