Un llamado de otra época, sin argumento ni sentido


Por: Miguel Melenciano

No hombre no, de nuevo volvemos para atrás. Después de creer y hacernos ilusión de que nuestra mentalidad había cambiado, y que equivocadamente o no, culpamos en el pasado del clima socio-político de aquella época en el país, al extinto y recordado líder político Doctor Joaquín Antonio Balaguer Ricardo.

Hoy reciclados, los remantes que desde las escuelas, liceos y la Primada Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD, confrontaron al régimen del extinto líder Reformista, con tácticas, estrategias y métodos con los cuales consiguieron bañar de sangre, y enlutar la familia dominicana regresan por sus fueros haciendo acopio de ese inútil proceder.


La cuestión es que, en esa época se podía entender porque luchaban, pues se imponía, no solo en la República Dominicana, sino en la región y el mundo, a raíz del ascenso de Fidel Castro al poder en Cuba y la confrontación prebélica entre los bloques formados por Estados Unidos y la Unión Soviética, en la llamada Guerra Fría, que surgió al término de la Segunda Guerra Mundial.

Esta década fue típica de un período que estuvo determinado por las confrontaciones internacionales y las protestas de una ciudadanía cada vez más crítica con las acciones de sus gobernantes y la realidad que se esbozaba en el mundo tras la recuperación económica de la posguerra, movimientos que se propago por toda América, surtiendo efecto devastadores en nuestra Isla. 

Ahora y en épocas diferentes esos actores del pasado, producto de una situación electiva en la cual no fueron favorecidos por el pueblo en el juego democrático, pretende revivir eso viejos métodos, convocando a la desobediencia civil, a jóvenes imberbe para que arremetan contra la población, la propiedad privada, y en algunos casos, atenten contra sus vidas, pues las autoridades tendrán que proteger la ciudadanía y el orden público.

Escudarse bajo la frase de movilizarse para “la recuperación del Estado de derecho en materia electoral y política” en la República Dominicana, cuando el sistema democrático y político está funcionando a toda capacidad, tanto que, a ningún ciudadano en el país, mucho menos en el exterior se le impidió ejercer su derecho a elegir en el recién pasado proceso electoral a quienes lo representarían, se traduce en que los convocantes actúan de manera absurda, ilógica e irracional.

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