JEFF BRADLEY
ESPN The Magazine Todo el mundo es Manny. Imagínate eso. Imagínate que cada jugador de Grandes Ligas, todos los 750 de ellos, "son Manny". ¿Loco? Seguro. ¿Un poco intimidante? Absolutamente. Pero, lo creas o no, la mayoría de ellos firmarían un pacto para serlo ahora mismo.
Tal vez no el paquete completo, como esa parte donde Manny camina hacia primera en los rodados o cuando se le olvida cuántos outs hay mientras juega defensa. No la parte donde Manny se involucra entre empujones en el dugout o, peor aún, en una confrontación física con un secretario de viajes de 64 años de edad. Y especialmente no la parte donde él pone su contrato por encima de sus compañeros de equipo, lo que llevó a un jugador de los Medias Rojas a llamarlo un cáncer del camerino públicamente.
¿Pero la parte de talento puro? Claro que sí. Cuando Manny Ramírez está en un terreno de béisbol, especialmente cuando está en la caja de bateo, tú no puedes quitarle tus ojos de encima. Simplemente, es el bateador más estudiado y observado en el béisbol -- y eso es sólo por sus pares. Ellos se maravillan con la habilidad de Manny para traducir su trabajo de preparación en éxitos cuando las luces se encienden. Ellos envidian la deficiencia de memoria corta que aparentemente le permite traer el mismo nivel de confianza al plato sin importar si se ponchó o si bateó un jonrón en su último turno al bate. "Si las malas rachas residen entre las orejas de un jugador, lo cual creo que es así", dice su ex compañero de Boston Sean Casey, "entonces Manny está libre de tener malas rachas, porque mentalmente siempre es el mismo". Eso explicaría cómo Ramírez ha podido tener sólo dos meses en su carrera de 15 años en la que su OPS ha estado por debajo de .700. (Su marca de carrera de OPS de 1.004 figura novena en la historia.)
Incluso hay algunas características de la personalidad de Manny que muchos otros jugadores de las mayores adoptarían felizmente. Por ejemplo, su "osadía", como le llama su compañero de los Dodgers Casey Blake.
ESPN The Magazine Todo el mundo es Manny. Imagínate eso. Imagínate que cada jugador de Grandes Ligas, todos los 750 de ellos, "son Manny". ¿Loco? Seguro. ¿Un poco intimidante? Absolutamente. Pero, lo creas o no, la mayoría de ellos firmarían un pacto para serlo ahora mismo.
Tal vez no el paquete completo, como esa parte donde Manny camina hacia primera en los rodados o cuando se le olvida cuántos outs hay mientras juega defensa. No la parte donde Manny se involucra entre empujones en el dugout o, peor aún, en una confrontación física con un secretario de viajes de 64 años de edad. Y especialmente no la parte donde él pone su contrato por encima de sus compañeros de equipo, lo que llevó a un jugador de los Medias Rojas a llamarlo un cáncer del camerino públicamente.
¿Pero la parte de talento puro? Claro que sí. Cuando Manny Ramírez está en un terreno de béisbol, especialmente cuando está en la caja de bateo, tú no puedes quitarle tus ojos de encima. Simplemente, es el bateador más estudiado y observado en el béisbol -- y eso es sólo por sus pares. Ellos se maravillan con la habilidad de Manny para traducir su trabajo de preparación en éxitos cuando las luces se encienden. Ellos envidian la deficiencia de memoria corta que aparentemente le permite traer el mismo nivel de confianza al plato sin importar si se ponchó o si bateó un jonrón en su último turno al bate. "Si las malas rachas residen entre las orejas de un jugador, lo cual creo que es así", dice su ex compañero de Boston Sean Casey, "entonces Manny está libre de tener malas rachas, porque mentalmente siempre es el mismo". Eso explicaría cómo Ramírez ha podido tener sólo dos meses en su carrera de 15 años en la que su OPS ha estado por debajo de .700. (Su marca de carrera de OPS de 1.004 figura novena en la historia.)
Incluso hay algunas características de la personalidad de Manny que muchos otros jugadores de las mayores adoptarían felizmente. Por ejemplo, su "osadía", como le llama su compañero de los Dodgers Casey Blake.
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